Veinte minutos después de dejar de fumar: El ritmo cardíaco y la presión arterial descienden.
Unos días después de dejar de fumar: El nivel de monóxido de carbono en la sangre desciende a niveles normales.
De dos semanas a tres meses después de dejar de fumar: Mejora la circulación y aumenta la función pulmonar.
De uno a doce meses después de dejar de fumar: La tos y la dificultad para respirar disminuyen. Las diminutas estructuras pilosas (denominadas cilios) que expulsan la mucosidad de los pulmones empiezan a recuperar su función normal, lo que aumenta su capacidad para manejar la mucosidad, limpiar los pulmones y reducir el riesgo de infección.
De uno a dos años después de dejar de fumar: El riesgo de infarto disminuye drásticamente.
De cinco a diez años después de dejar de fumar: El riesgo de padecer cáncer de boca, garganta y laringe se reduce a la mitad. El riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular disminuye.
Diez años después de dejar de fumar: Después de 10 o 15 años, el riesgo de padecer cáncer de pulmón es aproximadamente la mitad que el de una persona que sigue fumando. Disminuye el riesgo de padecer cáncer de vejiga, esófago y riñón.
Quince años después de dejar de fumar: El riesgo de padecer una cardiopatía coronaria es similar al de un no fumador.
Por otro lado, dejar de fumar también puede aumentar su esperanza de vida hasta 10 años más que si siguiera fumando. Dejar de fumar cuando se es más joven puede reducir más los riesgos para la salud (por ejemplo, dejar de fumar antes de los 40 años reduce el riesgo de morir por una enfermedad relacionada con el tabaquismo en aproximadamente un 90%), pero dejar de fumar a cualquier edad puede devolver años de vida que se perderían si se siguiera fumando. Video: https://youtu.be/JrDkqfKmi4o