La mayoría de las personas utiliza estas tres palabras con el mismo significado. Esto se debe a que las tres se refieren a la misma idea.

• Una vacuna es lo que se proporciona al dar la inyección.
• La vacunación es la inyección en sí misma.
• La inmunización es cuando la persona que ha sido vacunada genera resistencia a la enfermedad contra la cual fue vacunada.

Las vacunas funcionan porque nuestro organismo genera anticuerpos cuando una enfermedad comienza a formarse. Una vacuna introduce un virus muerto o debilitado en su organismo. Su organismo genera anticuerpos cuando se le introduce el virus. Esto aniquila cualquier enfermedad antes de que la misma se pueda desarrollar.

Los virus que se utilizan en las vacunas son virus muertos o tan débiles que no pueden generar enfermedades. Incluso no hay problema en vacunar a niños que padecen una enfermedad leve.

La vacunación salva vidas. Las vacunas son la herramienta más poderosa con que contamos para detener muchas enfermedades peligrosas. Puede ser tentador pensar que no hay motivo para vacunar a su hijo(a) contra enfermedades que parecen ser poco frecuentes. Pero, en verdad, el motivo por el cual estas enfermedades parecen ser poco frecuentes es debido a que las vacunas han logrado que no se conviertan en enfermedades devastadoras.

Las vacunas también funcionan mejor con cada persona adicional que recibe la vacuna.

Cada vacuna que usted aplica a su hijo(a) está diseñada para tratar un problema o más de un problema de salud que es grave. Todas las vacunas son esenciales. Si bien puede parecer mucho para su pequeño(a) hijo(a), su calendario de vacunación es completamente seguro.

Casi todos los niños deberían recibir todas las vacunas recomendadas. Es más simple listar quiénes no deberían recibir vacunas:

• Niños que toman medicamentos que debilitan su sistema inmunológico.
• Niños que han tenido una reacción alérgica a una vacuna en particular en el pasado (esto NO significa que una reacción alérgica a una vacuna implica que un(a) niño(a) no debería recibir NINGUNA vacuna).
• Niños que padecen cáncer.
• Niños que padecen determinados problemas de salud crónicos.

Su pediatra le indicará si su hijo(a) puede o no ser vacunado(a).

Las personas que han recibido una vacuna recientemente pueden presentar inflamación y dolor en el área donde se aplicó la inyección. Puede presentarse fiebre leve.

Los beneficios de recibir una vacuna son mucho mayores a la posibilidad de un malestar leve debido a estos efectos secundarios.

Algunos niños pueden tener una reacción alérgica a una vacuna. Estos casos son muy poco frecuentes. Su pediatra está capacitado para tratar estas reacciones alérgicas en el improbable caso de que ocurran.

La frecuencia de los efectos secundarios varía según la vacuna. Usted puede encontrar más información aquí. Se realizan pruebas a las vacunas para asegurarse de que sean seguras y eficaces. La aparición poco frecuente de efectos secundarios es superada por sus beneficios.

Si su hijo(a) presenta una reacción leve, como, por ejemplo, enrojecimiento o hinchazón en el lugar donde se aplicó la inyección, usted puede utilizar un paño mojado y frío para aliviar los síntomas.

Baje la fiebre con un baño con esponja con agua fresca. Si su pediatra lo aprueba, puede dar a su hijo(a) un analgésico sin aspirina.

Llame a su médico si algo le preocupa. Lo más probable es que sea un efecto secundario leve, pero su médico puede decirle si su hijo(a) necesita ir al consultorio para obtener tratamiento.

No hay pruebas legítimas de que alguna vacuna provoque autismo. La idea de que las vacunas podrían provocar autismo es el resultado de estudios médicos erróneos. La misma provino de un médico a quien le habían quitado su licencia médica. Las investigaciones han demostrado una y otra vez que las vacunas no provocan autismo. No hay ningún riesgo en este sentido.